Tras conocerse que el Congreso de EE UU votará una
acción militar en Siria[i], parece cuestión de tiempo
que EEUU y sus aliados lancen una ofensiva aérea contra el régimen sirio. La
intervención se produciría en respuesta al presunto ataque químico que las fuerzas de Bachar
al-Asad lanzaron el pasado día 21 de agosto en diversos barrios de la periferia
de Damasco, cobrándose la vida de más de 300 civiles según la organización
Médicos Sin Fronteras[ii]. La veracidad de las
acusaciones será determinada por un equipo de expertos de Naciones Unidad, que
ya se encontraba en Siria con la finalidad de comprobar si armas químicas
habían sido utilizadas en el país con anterioridad, tal como habían denunciado ambos bandos[iii]. El hecho de que la
misión la ONU se ciña a investigar únicamente el empleo, o no, de armas
químicas, sin ir más allá a la hora de determinar la autoría de los mismos[iv], ha dejado la puerta
abierta a numerosas especulaciones. La
agencia estatal de noticias siria SANA, así como otros medios de comunicación
internacionales afines a Damasco, como es el caso de la cadena rusa RT o la iraní
PressTV, se han apresurado en desmentir los hechos, llegando incluso a
responsabilizar a los rebeldes del ataque químico.[v]
Lo cierto es que en los últimos meses se han denunciado
una serie de incidentes aun sin esclarecer, en los que la sospecha del uso de
armas químicas ha estado presente. El pasado mes de mayo, doce presuntos integrantes del grupo yihadista Jabhat al Nusra, vinculado
a Al-Qaeda, fueros arrestados en Turquía incautándoles 2kg de gas sarín en
polvo[vi]. En una primera
investigación llevada a cabo por Naciones Unidas, se acusó a grupos rebeldes de
utilizar armas químicas contra las tropas sirias en la localidad norteña de
Khan al-Asal, en las inmediaciones de Alepo a finales de marzo de este año[vii]. Aunque con
posterioridad la ONU se desdijo, el incidente sigue siendo investigado. Las fuerzas leales al presidente sirio
tampoco han quedado exentas de sospecha. En mayo de 2013, los rebeldes acusaron al ejército de Al-Assad de emplear armas químicas en un
ataque contra posiciones rebeldes en el barrio de Jobar, al este de Damasco[viii].
El último incidente, y hasta la fecha más grave, se
produjo el pasado día 21 de agosto de madrugada, cuando proyectiles conteniendo
presuntamente agentes tóxicos impactaron simultáneamente en los barrios de Ain
Tarma, Irbin, Jobar y Zamalka, situados al este de la capital, así como al oeste
de la ciudad, en la zona residencial de Moudamia, causando la muertes a cerca
de 1300 civiles según las últimas cifras difundidas por la oposición[ix] . El hecho que las zonas
atacadas se hallasen bajo control de las fuerzas rebeldes, así como la gran
superficie afectada por el ataque, lo que implica un alto grado de
sofisticación armamentística del que carecen las fuerzas rebeldes, hace indicar
con casi toda seguridad que las fuerzas leales al presidente sirio han sido las
responsables de este último macabro incidente.
EEUU y sus aliados no han tardado en apelar al deber
humanitario y moral de defender a la población siria de su despiadado
presidente[x].
Sin embargo, cabe recordar que en lo que va de conflicto más de 100000 civiles
han perdido la vida[xi], (en este caso, muertes
causadas por armas convencionales y no por ello menos mortíferas), sin que la
comunidad internacional haya movido un dedo por intentar frenar el baño de
sangre en Siria. La decisión de bombardear Siria responde a criterios
estratégicos más que humanitarios, y no ha sido consecuencia de esta última
masacre. Dicha medida venía fraguándose desde hacía meses en Washington,
Londres y Paris[xii],
y probablemente se terminó por adoptar tras la toma de la ciudad de Al-Qusair a
principios de Junio de 2013 por parte de las tropas sirias apoyadas por combatientes
de Hezbollah[xiii].
Hasta esa fecha, ambos bandos se hallaban en una situación de empate, donde
ninguna de las partes parecía poder imponerse militarmente a la otra. Sin
embargo, la entrada en acción de la milicia libanesa, Hezbollah, hizo que la
balanza se decantase del lado de Bachar Al-Asad. Espoleados por su victoria en
Al-Qusair, las tropas sirias realizaron considerables avances en la zona de
Homs y la periferia de Damasco, y lograron afianzar sus posiciones al sur del
país en la zona de Deraa[xiv]. Con las fuerzas de
régimen llevando la iniciativa, EEUU y sus aliados decidieron suspender la
conferencia de paz de Ginebra[xv], prevista para Junio,
sabedores de que Al-Assad tenia cogida la sartén por el mango. Armar a la
oposición siria, sin intervención militar directa por parte de EEUU y sus
aliados occidentales, ha demostrado no
ser suficiente para lograr doblegar al régimen de Damasco y forzarle a negociar
una salida pactada del poder. A nivel político, la oposición siria ha sido
incapaz de superar sus divisiones internas y
aglutinar a las fuerzas opositoras[xvi]. La ausencia de un
liderazgo político claro y la falta de
un fortalecimiento institucional[xvii] en las zonas liberadas
ha restado credibilidad a los opositores a la hora de presentarse ante la
comunidad internacional como una alternativa fiable al régimen de Damasco.
La pregunta que se desprende parece obvia, ¿por qué
si la situación le era favorable al régimen, se llevó a cabo un ataque químico
que conllevaría una respuesta militar inmediata por parte de los EEUU?
Los planes de Washington para forzar a al-Asad a
abandonar el poder no estaban yendo como la Casa Blanca esperaba, y las tropas
sirias, con el apoyo de Irán y Hezbollah se estaban imponiendo en el campo de
batalla. Una victoria iraní en Siria sería intolerable para EEUU, Israel y las
petro-monarquias del Golfo, por lo que una intervención militar se empezaba a
hacer indispensable para reequilibrar la relación de fuerzas en favor de la
oposición siria. Frente a esa más que segura intervención, y en un intento por
disuadir a EEUU de atacar Siria, las tropas de Al-Assad decidieron lanzar un
ataque químico en la madrugada del 21 de agosto contra grupos rebeldes
apostados en la periferia de Damasco. El mensaje era claro, si se producía un
ataque, el régimen respondería con su arsenal químico para protegerse.
Desafortunadamente para el presidente sirio, su estrategia disuasoria no ha
funcionado y ahora tendrá que hacer frente a un ataque aéreo liderado por EEUU.
Aunque no todo está perdido para el dictador. Hoy por hoy, Washington no tiene
un recambio fiable al actual régimen sirio, por lo que la inminente ofensiva
aérea no tendrá como objetivo derrocar a Bachar Al-Asad del poder, sino más
bien disuadirle del uso de armas químicas en el conflicto sirio y permitir a la
oposición siria sentarse en un futuro a la mesa de negociaciones en una
posición ventajosa.
Lo que debemos lamentar es que la Comunidad
Internacional no actuase mucho antes para frenar las matanzas en Siria, y que solo lo haga ahora cuando
desde Occidente se teme una victoria iraní en Siria. La contundencia de la que,
según parece, Occidente hará gala para forzar al presidente sirio a que ponga
fin a la represión que ejerce sobre sus conciudadanos (contundencia a la que no
me opongo), no estaría de más que también se viese reflejada en otros casos de
flagrante violación de las normas internacionales como en el caso de Israel en
su ilegitima ocupación de los Territorios Palestinos.
Edén Sánchez, es politólogo y analista político
especializado en Oriente Medio
edensanchezgil@hotmail.com